"CURIOSITES"
Gentes..
Se suele pensar que todos los asiáticos, los árabes y los europeos somos iguales por pertenecer a una misma cultura. Nada más lejos de la realidad. No se puede comparar a un alemán con un italiano, ni a un egipcio con un jordano ni en este caso, a un tailandés con un chino.
Acostumbrada a la amabilidad y a las sonrisas de los tailandeses, tuve que cambiar el chip unas cuantas veces al constatar en varias ocasiones lo antipáticos que llegan a ser los chinos en su trato con los extranjeros. Claro que vi que ellos mismos se tratan de la misma forma, así que deduje que debe de ser un rasgo de su comportamiento relativamente normal. Desde exigir a que me cambiara de sitio a gritos en el avión, hasta girar la cabeza con gesto de desprecio al preguntarles una dirección por la calle, y negarse con evasivas a indicar una parada de metro. Una vez que entendí que no era porque no me entendían, pensé que para bordes los parisinos y acabe sacando mi vena “ni oui, ni non, ni merde”. Varias veces pegue un portazo a un taxista que se negaba a llevarme, y pase de decir hola, adiós y gracias.
El mercado de pescado..
Por curiosidad me fui al mercado de pescado de Macao a ver que había. Ya sabía que los chinos y los japoneses solo compran pescado fresco, es decir recién destripado, pero el espectáculo era dantesco, peces enormes coleteando con las tripas fuera, peleando en un último suspiro...
Los bares de streaptease de Hong Kong
Al lado mismo de mi hotel, había dos o tres bares de espectáculos de streaptease repletos de tíos a todas horas. En la puerta vigilando, la típica Madame, sentada en un taburete, pero con pinta de abuela volviendo del mercado, conversando con las señoritas del lugar, con botas de charol hasta los muslos y abrigos. Cada mañana, sacaban las ofrendas de comida al altar delante de la puerta. La idea de la misma práctica religiosa traspasada a la rue Saint Denis en Paris, me hizo sonreír, me puse a pensar en una prostituta rezando el rosario en su portal. Claro que la religión no debería de estar peleada con el sexo.
Las guías turísticas no están hechas para las mujeres
A quien se le ocurre en una guía indicar “girar hacia el oeste”. Parece mentira que todavía no sepan los que publican estas guías, que las mujeres, por lo menos todas las que conozco, no tenemos ni idea de donde está el norte o el sur. Se ve que ahora hay que viajar con una brújula por una ciudad. ¿No sería más fácil decir, “girar en la esquina donde está la tienda de zapatos”?
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