HOME...SWEET HOGAR
Han pasado meses desde que salí de Bangkok con mis maletas a la espera de este nuevo destino que no era tan nuevo. Me he llevado a Tailandia, a sus gentes y sus templos en un rinconcito del corazón haciendo compañía para siempre a Montse, Chris y Touctic, mis compañeros de aventuras de las noches de Bangkok. Montse sigue con sus proyectos humanitarios, Chris con su pasión por la fotografía y Touctic, peleando como una fiera para sobrevivir en el colegio, esta vez en solitario. Me fui con la satisfacción de que aprobaran todos mis alumnos con inesperadas notas y con sus mensajes de agradecimiento.
El 22 de agosto, aterrice de nuevo en el aeropuerto de Dubái, en el que se podría comer en el suelo, en medio de los coches de lujo expuestos para las rifas de final de Ramadán y las innumerables tiendas del duty free. Recorriendo los pasillos, volví a ver a los mismos grupos de obreros indios, a la espera de un destino mejor y al salir, reconocí el olor tan característico de esta ciudad. Todas las ciudades tienen uno particular y creo que podría reconocer las que conozco mejor, con los ojos cerrados. Lo raro es que todos me hacen sentirme en casa, probablemente porque en algún momento he pensado que estos lugares lo eran para mí. Solo me faltaba volver a ver la sonrisa de la luna, y esta noche, al parar en el semáforo de vuelta a casa, allí estaba, rodeada de estrellas, guiñándome el ojo, y riéndose de mí.
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