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POR LAS RAMAS

LOST AND..

LOST AND..

FOUND

Volvió a ocurrir. En el momento menos esperado, esta vez en plena calle. Mi olfato lo reconoció a la primera bocanada de aire.  Volví  la cabeza instintivamente y supe que provenía de debajo de la cortina metálica de una tienda abandonada desde hacia tiempo. Me detuve un momento a mirar. Las tinieblas que percibí dentro del local siempre lo acompañaron. Lo que a otros inspira recelo y hasta miedo, a mi me sigue llenando de embriaguez. El olor a  tierra húmeda me transporta años atrás,  de cuclillas,  escondida en un rincón para que nadie me encuentre. He cerrado detrás de mí,  la única puerta del sótano y mis ojos se acostumbran poco a poco a la oscuridad. Distingo en un rincón, el montón de carbón almacenado que alimenta cada invierno,  la chimenea del comedor de la casa de mis abuelos. Es tan alto que llega hasta la única ventana a ras de suelo por la que entra una tenue luz.  Mis manos tocan la tierra húmeda  y siento el frio que se desprende. Me quedo allí olfateando como un animal, hasta que oigo voces que me buscan y salgo de mi escondite.  No entiendo porque me gusta tanto ese lugar que podría ser  terrorífico para cualquier niña de mi edad. Pero es mi lugar secreto y vuelvo a él en cuanto los demás se despistan.  Pasaron muchos años y lo olvide, hasta que volvió a aparecer en la esquina de una ciudad y extrañamente me produjo la misma sensación de paz y de bienestar.

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